domingo, 14 de octubre de 2012

Capítulo 06: Resistant like a Diamond

2 de Diciembre

18:00

Dan estaba tumbado en su cama, con un libro en el pecho, se había quedado totalmente frito leyendo, mientras que Lana estudiaba. La chica se acercó a él y le dio una palmada en la cara, el chico no respondía pero sin embargo roncaba como un descosido.
La chica caminó en círculos por la habitación, sin nada que hacer ya que los ronquidos de Dan le impedían cualquier tipo de concentración y contacto con el estudio. Se asomó por la ventana, las calles estaban ya llenas de nieve y gente con bufandas y abrigos muy gruesos, más o menos como era casi todo el año.
Lana entristeció de repente, ya que eso significaba la llegada de la Navidad, y ella la odiaba. Le recordaba a cuando vivía con su madre y su padrastro, recordaba no haber tenido ni un solo regalo el día de Navidad bajo el árbol, ni tampoco haber comido dulces o turrón. La chica suspiró y corrió las cortinas de la habitación, la que se quedó casi completamente a oscuras, a excepción de la mesita de noche de Dan, que tenía una pequeña lámpara. Dan comenzó a abrir los ojos lentamente, Lana estaba allí dando vueltas sin parar un poco aburrida, había que ver lo rara que era esa chica. Dan sonrió ante aquel pensamiento. Se incorporó un poco a la cama y bostezó, dejando ver cada uno de sus dientes.

-Anda, pero si es la princesa durmiente...-Dijo Lana entre risas.

-Príncipe, sí no te importa.- Dan esbozó una sonrisa.

Lana sonrió y se sentó en la cama, justo al lado de Dan.

-¿Has estudiado?- Dijo él.

-En realidad no. Tus ronquidos no me dejaban tranquila.

Dan sonrió.

-Entonces, ¿que has estado haciendo?

-Dar vueltas como una loca.

Dan encarnó una ceja y frunció el entrecejo, luego comenzó a reír, Lana no entendía por qué Dan se reía tanto cuando estaba con ella, le daba la sensación de que se reía que ella o algo así, no le parecía nada respetuoso por su parte.
Dan miró fijamente los ojos de Lana, ella bajó la cara ruborizada, pero él puso un dedo bajo su barbilla y la subió de nuevo, para poder seguir contemplando sus ojos.

- Eres preciosa.

-Soy un orco.

-No es verdad.-Dijo Dan serio, severo y sincero.

-Sí lo es.

-¿Te lo demuestro?- Dijo el chico con media sonrisa.

Lana asintió, el chico se acercó lentamente a ella, hasta que sus labios se rozaron y desembocó en un beso. Dulce, sincero y quizás innecesario para Lana. Ahora tendría cosas que pensar y lo odiaba.
 La chica se apartó, y se aclaró la garganta.

-Tengo que irme...-Lana cogió sus cosas, pero Dan la paró y le cogió del brazo, la llevó hasta él y continuó el beso, esta vez era algo más que un beso, Lana volvió a echarse para atrás y salió de la habitación corriendo. Salió de la casa y se metió en el ascensor.

No se podía creer lo que había acabado de pasar, ella no quería, joder, no quería para nada eso con Dan, era su hermano, su hermano mayor, así lo veía ella. Le dio una patada al ascensor, retumbó violentamente, pero a ella le daba exactamente igual. Se sentía mal, confusa, mareada, con ganas de gritarle al mundo, con ganas de gritarle a Dan que no le quería de esa forma.



22:00

 La cena estaba sobre la mesa. Sopa de verduras. Lana se sentó enfrente de su abuela, Lisa, que no le quitaba el ojo de encima.

 -¿Has vuelto a tener problemas con el chico ese de la fiesta?

-No le he vuelto a ver, abuela.-Lana le dio un sorbo a la sopa.

Lisa se quitó un gran peso de encima al oír esas palabras.

-Oh, genial , ¿y Dan? ¿cómo está Dan?

 Lana suspiró y miró para otro lado.

-Está bien abuela.

Lana continuó con la sopa, no quería más preguntas , no quería pensar en Dan, ese tema la estaba atormentando, no quería pensar en ello, solo olvidarse,como si nunca hubiese pasado nada y siguiera siendo el Dan de siempre.

Lana terminó su plato de sopa y subió a su habitación, se puso en pijama y se sentó en el suelo, estaba frío, era agradable, en cierto punto.
Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos, una por una, corriendo el maquillaje negro de sus ojos, manchando su camiseta blanca del pijama. No podía parar de llorar. Se sentía rara. Odiaba sentirse rara. Antes de que todo pasase, estaba bien, bueno , casi. ¿Por qué tenía que besarla? ¿Por qué? ¿Por qué? Estos pensamientos solo hicieron incrementar las lágrimas de Lana y su desesperación absoluta. Solo quería desaparecer , solo eso. Ella no era capaz de soportar más dramas. Después de todo por lo que había pasado en la vida, al fin y al cabo no era de diamante, era de cristal, podía caerse y romperse. No era nada fuerte emocionalmente. Y entonces, comenzó a acordarse de Savannah, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, desde los dedos de los pies hasta las orejas, Lana tembló por completo. Había desarrollado una serie de sentimientos irreales por esa chica, quizás solo fuese obsesión, ¿o quizás no? Y eso era algo que explicarle a Dan, de verdad sentía algo por ella, no solo era una ilusión.
Entonces, Lana comenzó a recordar los ojos labios de Savannah, gruesos, bonitos, sus ojos, su mirada increíble, su pelo, siempre perfecto. Su tez, preciosa. Comenzó a recordar sus curvas, una  a una, quizás tenía el cuerpo más bonito que había visto jamás. Y su voz. Y entonces, entonces recordó sus abrazos, suaves, tiernos...Lana se quedó sin aire, buscó respirar pero no podía, Savannah le quitaba la respiración, su corazón latía más fuerte, cuando pensaba en ella , todo comenzaba a ir mejor, ya no le importaba tanto el tema de Dan. Solo su recuerdo tenía el poder de mejorar cada maldito instante de su vida, hacerle creer en la felicidad, volver a ilusionarse con algo. La sentía, la llevaba con ella, si Savannah nunca la querría no era ningún problema, su simple recuerdo la hacía ser feliz. Con estos pensamientos se quedó completamente dormida en el suelo de su habitación.


3 de Diciembre

07:00

Lana se despertó en el suelo, con una manta por encima, su abuela debía de habérsela puesto para que no cogiese frío. Se sentía sorprendentemente bien. No le tenía miedo a nada. Ni a Chad, ni a lo que había pasado con Dan, a nada. Solo quería ir al instituto y estudiar, pasárselo bien y vivir como una adolescente normal, pero también sentía algo raro en ella esa mañana. Quería explotar y contárselo todo a Savannah, era una posibilidad, no le temía a su respuesta, pero necesitaba que ella lo supiese.

Lana se vistió rápido, pensaba llegar antes que nadie al instituto y buscar a Savannah. Se puso unos vaqueros pitillos desgarrados, unas zapatillas y un jersey de punto. Cogió un puñado de cereales y se los metió en la boca, sin ni siquiera tomar leche, cogió su scooter y puso rumbo al instituto.
Era mucho más temprano de lo habitual, pero Lana sentía que para sentirse totalmente completa tenía que ir allí y contárselo. Soltárselo todo. De golpe. Sin piedad. Que supiese exactamente por lo que estaba pasando en silencio. Probablemente la chica se asustaría o quizás soltase una risa y lo entendiese, fuera cual fuera su reacción, después de soltarlo, la adolescente se quitaría de encima esa gran carga que llevaba desde hacía días.
Llegó al instituto, en el aparcamiento solo había tres coches, y uno de ellos era el flamante coche de Savannah. No había nadie allí, Lana bajó de la moto y se acercó al coche de la profesora, la cuál estaba saliendo de él, tenía unas carpetas en los brazos y parecía ocupada. Tenía la oreja apoyada en el hombro, y parecía que estaba manteniendo una discusión por teléfono, una fuerte discusión.

-Oh, de acuerdo Ralph , hemos terminado.- Gritó la profesora y metió su móvil en el bolsillo, acto seguido suspiró, y justo entonces se percató de la presencia de Lana, sonrió ligeramente.- Buenos días Lana.

Lana comenzaba a dudar de su decisión de contárselo todo a la profesora, se sentía insegura, volvía a ser la Lana de siempre, la que tiene miedo de abrir la boca hasta para respirar.

-Savannah.- Los labios de Lana se partieron, pronunciando ese nombre tan perfecto.

La profesora volvió la mirada hacia la chica, que permanecía de pie, en medio del aparcamiento, con su mochila colgada al hombro, mirándola fijamente.

-¿Sí?- Dijo la profesora lo más amigable que pudo en ese momento de confusión total en su vida amorosa.

A Lana le empezaba a dar igual el tal 'Ralph' se había vuelto a auto-convencer de que quería contárselo, con pelos y señales, todo lo que sentía por ella.

-Tengo que contarte algo.- Prosiguió Lana, la profesora sonrió y se acercó a ella. - Desde hace algún tiempo me he dado cuenta de que siento algo... Especial por usted.

La profesora arqueó las cejas un poco sorprendida y confusa.

-¿Algo especial? No te entiendo, Lana.

Lana tomó aire y se acercó a la mujer, estaba confusa, ojiplática, mirando a la chica sin entender una sola palabra de las que decía. Se quedó ahí quieta. Entonces Lana se inclinó un poco , su respiración era muy acelerada. Sus labios estaban a un centímetro, una simple brizna de aire podría convertir aquello en un beso, entonces Lana partió sus labios y dijo:

-Te quiero.


jueves, 11 de octubre de 2012

Capítulo 05: Pressure

1 de Diciembre

Savannah le cogió de la mano a Lana. El tacto de la mano de la profesora esa suave, así como sus uñas . Corrieron por ese inmenso bosque, lleno de vegetación, tan húmedo, hasta llegar a una extensa y solitaria playa. Savannah reía y jugueteaba con la arena, mientras que Lana la miraba con cierta extrañeza sin saber que estaba pasando. Savannah paró de jugar, entonces sus labios se movieron, su expresión se tornó seria y lo único que Lana pudo descifrar de aquello fue un ''quiero bañarme''. La chica insistió en que estaba fría el agua, era invierno, pero la profesora parecía que le llevaba la vida con ese baño. En un rápido movimiento, Savannah tomó la mano de la chica de nuevo y corrieron por la arena hasta llegar al agua. La profesora no se lo pensó dos veces, se metió hasta la altura de la barriga, chapoteaba, reía, a Lana le recordaba a Marilyn Monroe, tenía esa mirada pícara. Savannah le insistía que se metiese con ella, que tenía que contarle algo importante, tenía que hablar, Lana se abstenía a bañarse pero una fuerte energía la condujo hasta el agua, hasta quedarse a la altura de la barriga, como Savannah. Sorprendentemente, el agua estaba caliente, justo como a Lana le gustaba. La profesora, una vez la chica estuviese dentro, comenzó a reír a carcajadas, Lana no entendía el por qué de esa risa, pero sonrió un poco. Entonces la profesora señalo un punto exacto en el mar, allí estaba Dan, ahogándose, sin respiración, Lana quería correr y ayudarle, pero algo la hacía permanecer allí, una energía magnética.


Lana despertó en medio de la noche. Tenía un sudor frío recorriendo todo su cuerpo, se sentía enferma, con ganas de llorar, también con ganas de hablar con alguien, con Dan, quizás. No era capaz de pensar en Savannah de la misma forma que había hecho antes, ahora la veía distinta, mala. Pero la chica desechó rápidamente esos pensamientos, ya que solo había sido un sueño, no tenía por qué juzgar a nadie.

Lana se levantó de la cama y arrastró los pies por el suelo, se sentía mareada, con ganas de devolver todo lo que había comido, con ganas de gritar y llorar. ¿Por qué su vida tendría que ser tan confusa?

08:00

Lana se dirigió en moto hasta el piso de Dan, por lo visto, quizás ya estaría algo más recuperado como para ir a clase, habían sido unas lesiones ''leves'' dentro del nivel de gravedad del asunto. La chica se coló en el ascensor para subir a la casa. En el segundo piso el ascensor paró en seco y se subió una niña pequeña, de unos doce años, llevaba una enorme pulsera blanca, de esas que dan en los hospitales a los niños enfermos. Parecía que se dirigía al instituto o al colegio, pero ahora tendría que subir hasta la planta de Dan y bajar de nuevo. Lana se sintió mal por la niña.

-¿Eres amiga de Dan?- Dijo la niña.

Lana la miró fijamente, se sonrojó, asintió y miró para otro lado. La niña se quedó callada el resto del trayecto, hasta que llegaron a la planta dónde vivía Dan.

-Pues buena suerte.

Las puertas se cerraron y la niña desapareció, dejando a Lana con cierto mal sabor de boca y mucha preocupación, aunque no era algo que le quitaría el sueño por las noches.

Lana llamó al timbre y abrió la puerta la madre de Dan. Regina era una mujer muy ordenada, humilde y algo estricta,según como se mire, era muy protectora con su hijo,quizás es que no quería perder a nadie más, ya que su marido la abandonó hacía unos años.

-Dan se está preparando.- Dijo la mujer con una sonrisa.

Lana bajó la cabeza y esperó. Dan apareció con las muletas, aún tenía los ojos morados. Llevaba un jersey de lana rojo y unos vaqueros, el pelo despeinado y barba de una semana, parecía que no había tenido fuerzas ni para afeitarse. Ambos entraron en el ascensor y Lana presionó el botón del bajo.

-¿Cómo te encuentras?- Dijo ella.

-Algo mejor, pero no sé si aguantaré todo el día allí...

-Bueno no te preocupes, si no aguantas llamo a tu madre.

Decir esa frase le pareció raro a ambos.

-¿Tú? ¿Hablar con mi madre?- Dan rompió a reír en carcajadas.- Tu no abres la boca ni para comer.

Parecía que no, pero esos pequeños comentarios, a Lana, le dolían en el fondo. Ella intentaba relacionarse, pero no podía, era algo imposible para ella, la vergüenza, la inseguridad se la comían por dentro.
Al fin llegaron al bajo, Lana ayudó a Dan a salir, quién andaba como podía, ya que, además de las lesiones en las costillas, tenía un esguince en el pié.

-Bueno, voy a coger el bus...-Dijo Dan.

-Te acompañaré.

-No, tu ve en Scooter, nos veremos allí.

-Insisto.

-Llegarás tarde, Lana, no seas tonta.- Dijo Dan levantando una mano, para que el conductor del autobús se percatase de que había alguien esperando.

-No me importa...

Al final entraron los dos al autobús y se sentaron al fondo. Dan se quedó mirando a Lana fijamente con cierta sonrisa pícara y un brillo especial en los ojos, Lana sabía perfectamente que la estaba mirando, pero ella hacía como que no se daba cuenta.
Una fila de coches y autobuses se arremolinaron delante del autobús, parecía que había un atasco, quizás por algún atropello o algo así, Lana miró por la ventana, el baho salía por su boca y se adhería al cristal del vehículo. Parecía que por fin habían llegado a la zona del accidente, había una ambulancia y dos coches de policía, también había un cuerpo sin vida en el suelo, con una manta recubriéndolo y un charco de sangre a su alrededor, había sido un atropello. De la manta salía un pequeño bracito, como de un niño pequeño. En la muñeca llevaba colgado una enorme pulsera blanca. De repente Lana comenzó a sentir un dolor en el estómago, se le formó un nudo en la garganta, había visto esa pulsera antes. La niña del ascensor.
Se comenzó a sentir mareada, no era capaz de mirar por la ventana, un torbellino de sentimientos y pensamientos comenzó a brotar, sentía unas enormes ganas de vomitar, de llorar. Dan giró la cara para mirar por la ventana, pero se encontró con el rostro enfermizo de la chica.

-Lana, ¿te encuentras bien?

La chica no podía ni siquiera abrir la boca, tenía el corazón encogido, las lágrimas a punto de caer de las cuencas de sus ojos, un estrecho nudo en la garganta e mucha impotencia.
 El autobús paró en seco, habían llegado a su destino, el instituto. Lana y Dan salieron. La chica sentía cada paso que daba como una tortuta, sentía que iba a desvanecerse en cualquier momento. Pero, cómo siempre, su ángel de la guarda apareció. Savannah. Con una trenca marrón clarita, iba tan mona... Pensaba Lana. Y se desmayó, cayó al suelo y se golpeó la cabeza fuertemente contra el asfalto. Dan se agachó como pudo, pero nadie acudía en su ayuda, excepto Savannah,que fue corriendo, preocupada. Se agachó y le tomó el pulso a la chica, estaba bien. Quizás solo había sido un desmayo. Enseguida trajeron una camilla y se la llevaron a enfermería.

30 minutos después

Lana despertó entre las blancas paredes de la enfermería. Estaba totalmente sola y la cabeza le daba vueltas. Antes de terminar de parpadear el médico de su familia entró en la sala.

-Lana, ¿cómo te encuentras?

-Mareada.

-Me han informado de que es la segunda vez que te desmayas en poco tiempo, ¿tienes alguna idea de por qué? Sí no me lo dices tendré que llamar a tu abuela.

Lana miró al suelo, en ese momento Savannah entró en la enfermería, parecía preocupada, se sentó en una banqueta justo al lado del médico.

-Lana es importante que le digas al doctor lo que te pasa.- Dijo la profesora.

Lana sabía perfectamente lo que le pasaba, pero era un tema que no solía hablar con nadie, ni siquiera con su abuela, ni con Dan.

-No he estado comiendo correctamente.- Al fin Lana abrió la boca.

-¿A qué te refieres?¿Vomitas la comida?

La chica asintió y cerró los ojos con fuerza, parecía que iba a llorar.

-Ven aquí, voy a pesarte.- Dijo el doctor.

-¡No, por favor!- Lana rompió a llorar.

-No te mostraré tu peso, a no ser que quieras.

Lana se secó las lágrimas y miró al doctor, se empezó a dar cuenta de que tenía que solucionar ese problema que tenía desde hacía unos meses.

-De acuerdo.

La chica se subió a la váscula de la enfermería, Savannah la cogió de la mano. Lana sonreía por dentro, por el simple hecho de que Savannah había tomado su mano.

-Vamos a ver - dijo el doctor- mides 1'70 y tu peso es de 55 kilogramos. Estás al límite, si pierdes un solo kilo más habrá que pedir ayuda a un profesional en nutrición.

El hecho de estar al límite hacía a Lana sentirse mejor consigo misma, al menos científicamente no podía estar ''gorda'' como ella se veía reflejada en el espejo tantísimas veces.
Lana se volvió a sentar en la cama y el doctor se sentó en una silla.

-¿Qué va a pasar?- Dijo Lana.

-Tú tienes en tu mano tu futuro.¿ Quieres seguir adelgazando y estar enferma o quieres llevar una dieta saludable? La segunda opción no implica necesariamente engordar. Conozco más casos como el tuyo y sé que es difícil.

Los labios de Lana se partieron y como un susurro salieron las palabras.

-La segunda.- Dijo convencida.

El doctor y la profesora sonrieron aliviados, al ver la reacción, Lana también sonrió. El doctor dejó la enfermería para que Lana pudiese descansar un rato. Pero Savannah permaneció allí y se sentó en la silla libre que había dejado el doctor. Le cogió las manos a Lana y sonrió.

-Cuando tenía tu edad el físico era una gran presión para mí, me alegra saber que hayas decidido parar este problema a tiempo, no como yo...

Lana bajó la mirada y apretó las suaves manos de la profesora, miró dentro de sus enormes ojos color agua y sonrió.

-No quiero que la gente de mi entorno lo pase mal.- Dijo Lana. Las palabras salían de su boca con facilidad, ya no se sentía insegura hablando con ella, se sentía agusto, en buena compañía, con alguien que la entendía perfectamente.

-Yo por desgracia no pensé en la gente de mi entorno.- La mirada de la profesora se tornó triste, Lana ardía en ganas de decirle lo preciosa que era, pero no lo haría.

-Eso ya pasó...- Dijo Lana, no se le ocurría nada mejor que decir.

La profesora miró a Lana a los ojos, se quedaron mirando unos segundos y ambas sonrieron, después de eso, Savannah se acercó a Lana y la abrazó fuerte. Lana pudo sentirla tan cerca... La estaba abrazando, otra vez, otra vez ese enlace.

-Sabes que puedes contarme lo que quieras...-Dijo Savannah- Te ayudaré.

-Claro que sí.

Savannah salió de la habitación y Dan entró con sus muletas, parecía preocupado. Se sentó en la cama, justo al lado de Lana.

-¿Cómo estás, eh?

-Ahora bien.

Dan abrazó a Lana. A la chica le gustaban los abrazos de su amigo, pero no eran comparables a los de Savannah, ni punto de comparación. El chico acarició la mano de Lana, lentamente, le hacía cosquillas, ella sonrió tímidamente.

-Tenemos que hablar...

Lana sintió que se le encogía el corazón de nuevo, ''tenemos que hablar'' las palabras que más odiaba en el mundo.

-Ha pasado algo...-Dan prosiguió tranquilo, con la mirada perdida en el suelo- He hablado con Leah, resulta que...- Dan tragó saliva- Chad está desaparecido desde aquella noche, no ha vuelto a casa. No puedo denunciarle, puede volver en cualquier momento y matarme.

-Eh no digas eso, no te matará, Chad es inofensivo...

Dan encarnó una ceja.

-¿Enserio?

-Chad no mataría a nadie... Solo heriría de gravedad...

Dan suspiró y abrazó de nuevo a su amiga cosa que Lana no entendió. ¿Por qué tantos abrazos? 

domingo, 7 de octubre de 2012

Capítulo 04: Something weird.

27 de Noviembre
07:00

El despertador sonó un día más, pero esta vez era diferente. Lana se levantó le cama desganada, todo era raro ahora. No recordaba quién la había llevado a casa, Dan estaba en el hospital, y había gente que ni siquiera conocía que la estaban llamando para preguntarle que había pasado. Ahora tendría que enfrentarse a un día de clase totalmente sola. Tenía miedo de encontrarse a Chad , pero tendría que hacerle cara a sus miedos, eso pensaba.
Andó descalza por toda la habitación, se puso las manos en la cabeza y apretó los ojos y la mandíbula. No debería de haber ido a la fiesta, no debería de haber bebido, nada hubiera pasado y ahora Dan estaría bien, con ella, yendo a clase, bromeando sobre Savannah. Lana le dio una patada a la pata de la cama y se hizo daño en el pié.

-Mierda...-Susurró.

Lisa apareció por la puerta.

-Lana, siéntate.

Lana obedeció, tenía un nudo en la garganta y parecía que iba a explotar.

-¿Qué quieres?- Respondió Lana.

-Cuéntame que ha pasado, desde el viernes por la noche estás muy rara.

Lana se lo contó todo sin dar demasiados detalles, para que su abuela no se asustase. La anciana escuchó atenta sin perder la compostura en ningún punto de la explicación, escuchando todo lo que decía su nieta, no muy segura de sus palabras, por cierto.

-Ay Lana, solo Dios sabe por lo que has pasado tú. Tus padres, ahora esto. No te preocupes, saldrás adelante como haces siempre.


La chica abrazó a su abuela y se dispuso a tomar un baño. Se metió en la bañera, el agua estaba ardiendo como a ella le gustaba, que la quemase, también llamado 'masoquismo' o trastorno de personalidad.
Como no, la radio empezó otra vez a sonar sola, la cabeza le iba a explotar.

-Cállate joder....-Gritó.

Lisa parecía no haberse enterado de nada, Lana se llevó las manos a la cara y las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, se estaba volviendo loca, esa ciudad la estaba volviendo loca, desde que llegó allí hacía siete años. Salió de la bañera con el cuerpo enrojecido, ardiendo. Se miró en el espejo, se quedó mirándose a los ojos y deseo ser otra persona, el deseo no se cumplió, pero tenía que estar de vuelta a la realidad, un largo día de instituto la aguardaba.

10:00

Lana estaba en clase, con la cabeza apoyada en los brazos, y los brazos en la mesa. No había rastro ni de Chad, ni de Leah.Todo le parecía un mal sueño, una pesadilla. Por los pasillos se la quedaban mirando, algunos le preguntaron por Dan, y ella no sabía ocntestarles, se le llenaba la boca de impotencia.

Literatura. Savannah estaba explicando algo sobre Shakespeare en la pizarra, llevaba unos vaqueros muy ceñidos y una blusa de flores, además de unos tacones verdes claros, tenía un sentido de la moda muy característico , fashion, como dirían algunos. Lana ni siquiera tenía ánimos para pensar en Savannah, se sentía demasiado mal, con un dolor en el pecho horroroso.
Al acabar la clase, Savannah se acercó a la mesa de Lana.

-Me he enterado de lo de tu amigo, si necesitas hablar estoy aquí, no soy solo una profesora, puedes confiar en mí.- Dijo apoyando su mano en la pierna de Lana. La chica sintió un escalofrío y abrió la boca para responderle, pero las palabras no pudieron salir de su boca, rompió a llorar. Savannah la cogió de la mano y la sacó fuera de la clase, Lana ahora sí que se sentía como en un sueño.

Ambas salieron fuera del edificio y se sentaron en un pequeño banquito enfrente del aparcamiento, hacía mucho frío.

-A decir verdad, necesito más que palabras para desahogarme.-Dijo Lana con una expresión triste.

-Te entiendo, sé lo que es tener a alguien a quién quieres mucho en el hospital.

-Yo sé lo que es perder a alguien a quien quieres mucho. Perder a tu madre, por ejemplo.-Lana intentó no sonar borde, pero ardía en deseos de contarle a Savannah su vida, para que la entendiese y la mirase diferente que al resto de sus alumnas.

Un ''lo siento'' se escapó de los finos labios de la profesora, a continuación las dos se fundieron en un sincero abrazo, en ese momento Lana se dio cuenta de que se acababa de formar un enlace con esa persona, con esa persona que quería tanto en su interior.

-Se pondrá bien, no lo dudes...-Savannah miraba a Lana con sus tiernos ojos claros, su sonrisa perfecta, hacía acelerar el corazón de la adolescente, confundida con todo lo que había pasado, y ahora aún más.

Lana sonrió complaciente, sin saber muy bien lo que decir, pero a la vez contenta por haber tenido una conversación con ella.
Entraron dentro del edificio, Lana continuó con sus clases, esta vez, mucho más animada.

18:00

Lana entró en el hospital. Los odiaba, ese olor a agua oxigenada, a medicamento. Tanta enfermera por todos lados, pacientes enfermos, familiares esperando noticias que la mayoría de las veces tardaban horas en llegar. No era la primera vez que pisaba el hospital en calidad de visitante, aunque le gustaba más como paciente.

Habitación 120. Dan estaba tumbado, dormido, tenía vendada la cabeza, el brazo y la zona de las costillas. Lana entró cuidadosamente para no despertarle, pero en vano, ya que el chico se despertó nada más oír los pasos.

-Hey, Lana.

-¿Cómo estás?- Lana cogió una silla y se sentó al lado de la cama.

-¿Cómo estás tú?

Lana sonrió y agachó la cabeza.

-Yo estoy bien si tu lo estás.-Dijo Dan dulcemente.

-Entonces estoy en mi mejor momento...

Dan río un poco pero se atragantó, trago saliva y cerró los párpados, le dolía todo, pero no intensamente, ya que la mayor parte de su cuerpo estaba sedado.

-Hoy he abrazo a Savannah, gracias a ti...

Dan abrió los ojos como platos.

-¿Qué?

-Estuvimos hablando de lo que pasó... Y me abrazó.

Dan sonrió de oreja a oreja, parecía que Lana había dado un paso más para convertirse en un ser sociable.






sábado, 6 de octubre de 2012

Capítulo 03: Party Hard

24 de Noviembre
19:00

-Me voy ya a casa de Dan a prepararme, volveré tarde, adiós.- Lana se despidió de su abuela rápidamente y se puso rumbo a casa de Dan, en el otro extremo de la ciudad para arreglarse para la fiesta.
Estaba nerviosa y entusiasmada, parecía que iba a hacer buen tiempo aquella noche, incluso se veía el sol.

Lana cogió la avenida y llego al bloque de pisos donde vivía Dan, llevaba consigo su mochila, con la ropa para cambiarse, y algo de dinero para comprar bebidas o lo que surgiese.
Llamó al timbre,  Dan estaba solo en casa, ya preparado. Iba con unos pantalones pitillo negros, unas zapatillas nike ,una camiseta y una chaqueta americana negra , iba con el pelo despeinado, como solía llevarlo, y sus muñequeras de pinchos, sus favoritas.
Lana se cambió en el cuarto de baño, se puso un vestido cortísimo negro, y unos tacones negros también, se pintó los labios de rojo y se soltó el pelo. Después de eso, cogió el dinero, dejo la mochila allí y salió del cuarto de baño, Dan la estaba esperando. Un ''estas hermosa'' se escapó por su boca, y una sonrisa por la boca de Lana.
Dan y Lana solían andar cogidos de la mano, como una pareja. Pero Lana veía a Dan como un hermano más bien, le parecería raro tener algo más con él, de hecho, no le gustaría especialmente.
Ambos montaron en la Scooter de Lana y se dirigieron al bosque, a las afueras de la gran Londres, no sin antes parar en una gasolinera para comprar cerveza y algo de tabaco.

-Dame el dinero, iré yo.- Dijo Dan.

-Ni hablar, quiero estirar un poco las piernas, aún queda algo de camino.

-Insisto, déjame ir a mí...-Dijo Dan insistentemente, ya bajando de la moto y quitándose el casco.

-De acuerdo... No compres chocolate, que te conozco.

Dan se metió en la tienda de la gasolinera. Justo al entrar Dan un camión aparcó al lado de la pequeña moto de Lana.
Un tipo grande sacó la cabeza por la ventanilla.

-Eh, guapa, ¿tienes fuego?

Lana sacó un pequeño mechero de su monedero y se lo lanzó al hombre. El camionero sacó un cigarro, lo metió entre sus enormes labios y lo encendió, al terminar se lo lanzó a Lana, sin un simple ''gracias''. El hombre salió de la cabina del conductor y se dispuso a echarle gasolina a su camión, Lana no le quitaba el ojo de encima ni un segundo, le daba malas vibraciones. Llevaba una camiseta sin mangas blanca, hacía bastante frío,también llevaba unos vaqueros desgarrados, llenos de barro y deshilados.

-¿Tú que miras princesa?- Dijo el hombre.

Lana bajó la cabeza avergonzada, deseando que Dan apareciese en cualquier momento.
El tipo se acercó a la chica, puso su mano bajo la barbilla y le levantó la cara bruscamente.

-¿No me vas a decir lo que estabas mirando, guapa?- La voz del hombre era grave y vulgar, a Lana le asustaba su tono burlón, le daba asco aquel tipo.

-No.- Por fin sus labios fueron capaces de gesticular y soltar un monosílabo.

El hombre río a carcajadas y le pellizcó la mejilla fuertemente, en ese mismo instante, Dan apareció con una bolsa en la mano, se percató de que algo pasaba y se acercó enseguida.

-¿Quiere algo?- Preguntó Dan con cierto tono desconfiado.

-Anda mira, parece que no hay princesa sin príncipe azul.-El hombre seguía con ese tono burlón, Dan lo odiaba, le sacaba de sus casillas cuando una persona hablaba así.

Dan empezó a enfurecerse, endureció la mandíbula y miró al tipo de arriba a abajo, Lana puso una mano en la barriga de Dan sosteniéndole para que no fuese allí y acabase con el camionero.
El camionero sonrió de oreja a oreja, sin miedo a aquel adolescente que parecía rabiar por su culpa.

-Tranquilo, que ya me voy.-Dijo el hombre, se dispuso a abrir la puerta de la cabina del camión pero no le dio tiempo, Dan le cogió por detrás y lo tiró al suelo, le dio una patada en la mandíbula y a continuación un fuerte puñetazo en el vientre.

-Aprende a tratar a las ''princesas'' como ''princesas'' y no como juguetes, imbécil.

Dan subió a la moto y aceleraron, hasta dejar la gasolinera muy atrás.

22:00

Lana había aparcado a un lado de la carretera que atravesaba el bosque, se iba llenando poco a poco de gente, ya habían llegado los hermanos Chad y Leah.
Dan estaba apoyado en la moto, con un botellín de cerveza en la mano. Estaba realmente frustrado por lo que había pasado con aquel idiota, tenía mucha rabia, ardía en ganas de haberle matado, ¿ acaso no sabía aquel tipo como hay que tratar a una chica? Lana intentaba calmarle, pero no lo conseguía, Dan era así de impulsivo.

-Tranquilizate.- Dijo Lana en un tono leve.

-No puedo.- Dijo Dan elevando la voz.

-Sí puedes, claro que puedes, a mí no me molestó aquel tipo..No demasiado.

-Pues a mí sí.

En ese momento un grupo de amigos se acercaron a los dos adolescentes y les insistieron a que fueran con ellos, más adentro en el bosque a unas ruinas, para comenzar la fiesta.

03:00

La música estaba altísima, apenas se oían los gritos de la muchedumbre. La mayoría ya no se sostenían en pie, se caían al duro suelo del bosque y reían, se levantaban y volvían a caer. Paralelo a todo eso, Lana y Leah mantenían una ''interesante'' charla.

-Le gustas a mi hermano.- Dijo Leah sosteniendo un vaso de Ron caramelizado entre sus enormes dedos.

-Que va...- Dijo Lana, se sentía en otro planeta y eso que ni siquiera se había tomado 3 copas.

La cabeza le daba vueltas, la música resonaba en su cabeza, la voz de Dan también resonaba, aquel camionero, lo que le estaba contando Leah, demasiada información. Lana cayó desvanecida en el suelo.
Leah temblaba, no tenían ni idea de lo que hacer con aquella chica desvanecida en sus pies, comenzó a vomitar todo ese alcohol, Chad y Dan acudieron enseguida. Chad levantó a Lana en brazos pero Dan le dio un empujón.

-¿Qué haces?- Dijo Chad.

-La llevaré yo, imbécil.

-¿Bromeas? Vete por ahí.

Dan le pegó un puñetazo a Chad en la nariz, comenzó a sangrar mucho. Chad dejó a la chica en el suelo y se encaró con Dan. Le dio una patada en el pecho, Dan cayó al suelo con un fuerte dolor que le impedía respirar. Chad le dio una patada en la mandíbula, una muela saltó por los aires, se puso encima de él y comenzó a darle puñetazos en la cara, sangraba por la boca, tenía los ojos morados y apenas podía respirar. Chad sentía la adrenalina corriendo libre por sus venas, toda esa rabia, canalizándola con puñetazos en la cara de Dan. La cara del chico comenzaba a parecer otra, desfigurada. Lo peor de todo es que nadie acudía en la ayuda de Dan.

Chad se quitó de encima de Dan, que estaba jadeante, perdiendo el conocimiento. Cogió a Lana en brazos y la llevó a su coche.La puso en el asiento del copiloto y se puso en la carretera, a 200 km por hora, le daba igual todo. Lana comenzó a abrir los ojos lentamente, se sentía mareada , aturdida.

-¿Dónde estoy?- Dijo Lana casi a voz de susurro.

Chad disminuyó la velocidad y fue parando lentamente el coche, hasta quedarse totalmente inmóvil en medio de la carretera.

-Te has desmayado, te estaba llevando al hospital.

-¿Enserio? Vaya, que poco aguante tengo... Gracias por traerme.- Dijo Lana con una voz dulce, agradecida.

-No tienes que dármelas, no te iba a dejar ahí tirada,¿no?

Lana sonrió sonrojada y le besó en la mejilla, pero entonces Chad giró la cara y se juntaron sus labios. Lana se echó para atrás.

-¿Y Dan?

Chad endureció la mandíbula. Lana le miró, se temió algo malo, era raro que Dan no se hubiese preocupado por ella.

-¿Dónde está Dan?- Insistió Lana.

Chad aceleró, haciendo como que no oía nada. Así como el coche, el corazón de Lana también aceleraba, sentía punzadas en el estómago.

-¿Dónde está Dan? DÍMELO.- Lana gritó y zarandeó a Chad, quién parecía estar conteniéndose para no llorar.

Chad paró lentamente el coche.

-Sal.

-¿Qué?

-¡Que salgas!- Gritó Chad.

Lana abrió la puerta del copiloto lentamente y salió del coche, nada más que puso los dos pies en el suelo Chad aceleró a la velocidad de la luz, y la dejó ahí, tirada, en medio de una carretera infernal de madrugada, con el frío londinense.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Capítulo 02: Nothing will never come between us

22 de Noviembre
18:00

Lana se sentó en la cama, al lado de Dan.

-Tengo algo que decirte.- Dijo Lana.

Dan levantó una ceja y cerró los ojos fuerte, creyendo algo peor de lo que realmente era. Él esperaba algo parecido a que se había metido en la droga, que se mudaba, o dios sabe lo que tendría esa chica en la cabeza, pero lo que tenía que decirle le sorprendió más que las demás cosas, pero al menos se sintió aliviado.

-Me he pillado por... Savannah.- Las palabras casi la ahogaban,  necesitaba decirlo, soltarlo, saber que alguien más lo sabe y que pueda ayudarla psicológicamente.

Dan se llevó las manos a la frente, y después se rascó la nuca.

-Genial, y ¿ahora qué? ¿te la vas a ligar o algo así?

Lana le dio una colleja a Dan ,y este río a carcajadas hasta caerse hacia atrás, realmente le parecía interesante lo que le acababa de decir Lana, teniendo en cuenta el pasado de la chica, parecía tener un futuro aún más confuso.

-¿Entonces te gustan las chicas?

-NO.- Rotundo, elevando la voz, pero ¿sincero? - ¡Que asco! Me gustan los tíos, ¿vale? No sé por qué te habré dicho nada, sí ibas a salir con otros temas que no tienen nada que ver.

-Yo creo que SÍ tiene mucho que ver, te has pillado por una profesora, es una chica,joder, no es tan difícil de deducir que también te gustan las pivas.

Lana se levantó de la cama y se cruzó de brazos, se quedó mirando fijamente a Dan, y pensando si su amigo tendría razón, aunque su mente lo negaba rotundamente, su corazón parecía tener una opinión distinta respecto al tema, pero estaría silenciado durante mucho tiempo, hasta que ella tuviese el valor de darle la razón a su mejor amigo. Dan se levantó de la cama y la abrazó fuerte, sincero, con ese abrazo trataba de decir que no importa lo que sienta en su corazón, ni por quién, nada se interpondrá en su amistad.

-Puedes confiar en mí, sea lo que sea, no te averguenzes o sientas miedo...-Dijo Dan con su voz dulce como la miel, mirándola a los ojos, con sus ojos grises.

-De acuerdo.

Lana lo abrazó fuertemente, como a un hermano mayor, aunque ciertamente, quizás Dan no la veía a ella como una hermana pequeña.

22:00

Lana miró por la ventana de su habitación, se veía la luna y era extraño porque siempre solía estar nublado y no se veían ni la luna ni las estrellas. Lana se tomó aquello como una señal para dejarse llevar por lo que sentía, así que pidió un deseo.

-Deseo aclarar lo que siento y ser sincera conmigo.- Dijo en voz de susurro.

Lisa, observaba detrás de la puerta, como su nieta le hablaba a la luna, podría parecer que había perdido el norte, pero se le llenaron los ojos de lágrimas,quizás Lana volvía a tener ilusión por algo y eso la enorgullecía mucho.

23 de Noviembre
08:00

Lana puso rumbo al instituto un día más con su scooter, estaba diluviando, llevaba unos pantalones de deporte, una sudadera con capucha y unas zapatillas, tenía todo el maquillaje corrido por la cara, parecía que había estado llorando, aunque tenía muchas ganas, pero sabía controlarse.
Llegó al aparcamiento del instituto, Dan estaba allí y también Leah, una chica nueva, algo tímida.

-Hey.- Dijo Dan, mientras Lana aparcaba su moto al lado de la de Leah.

Dan y Lana se dieron un abrazo, Lana saludó a Leah con una palmada en el hombro, cordial , poco cariñoso, amistoso. Leah era mucho más bajita que Lana, debía medir 1'55 , era muy regordeta, rubia, ojos claros, siempre llevaba una coleta , lo más característico de Leah era su cara redonda llena de acné, y sus gafas de culo de botella, como se dice vulgarmente.

-Oye Lana, ¿tú vienes a la fiesta del bosque?- Dijo Leah.

-Mm.. Sí, creo que sí.

-Ah, es que mi hermano la organiza y tal, y estoy viendo quién viene y eso.- Dijo Leah con una risilla aguda y desafinada.

-¿Quién es tu hermano?- Preguntó Lana arqueando las cejas.

-¡¿A caso no lo sabes?!- Gritó Dan violentamente.- Es Chad Woodward, ese chico.- Señaló  a un chico rubio, delgado, rapado, bastante guapo pero con cierta mala pinta.

Lana soltó un 'Ah' y entraron los tres a clase, tocaba Literatura, Savannah hoy llevaba su pelo suelto, con un vestido ceñido de flores, bastante elegante y bonito, y unos taconazos amarillos que resaltaban mucho sus piernas.Lana estuvo bastante entretenida en clase, haciendo garabatos en la parte de atrás de su cuaderno de Literatura, lo que sea pero no quería prestar atención, quería meterse en su mundo como hacía siempre. Lana apoyó su cabeza en su mano, y el brazo en la mesa, estaba muy aburrida y se preguntaba que iba a ponerse para la fiesta del bosque, ya que solo faltaban dos días. Estaba nerviosa, había estado solo en dos fiestas, que ella recordase, una la montó Dan, fue un desastre no fue nadie y acabaron los dos bebiendo whisky , la otra fue de una antigua amiga, cuando tenía 14 años, allí descubrió el éxtasis por primera vez y   quedó maravillada, al punto de tener que ser hospitalizada, pero comprendió que si seguía así su abuela lo descubriría y le haría daño, decidió parar esa 'mala' vida por su abuela.

Las horas se le pasaron volando, y antes de darse cuenta estaba en la última clase del día, matemáticas, todos sus compañeros estaban nerviosos, cansandos, armando un follón mientras que llegaba el profesor, Lana se levantó  para ir hacia la mesa de Dan y hablar un rato, pero justo entonces entró el profesor, estaba sudoroso, despeinado, con rostro cansado y muy mala uva. Nadie soportaba a los alumnos a esas horas del día.

-Señorita Morrison, ¿qué hace usted de pie?-Preguntó el profesor.

El corazón de Lana aceleró, las piernas le temblaban, decidió volver a su sitio temblorosa, el sudor frío le recorría la espalda, sentía las fuertes palpitaciones.

-¿No va usted a responderme? Trata de reírse de mí, ¿cierto? La veo esta tarde en el aula de castigados.

Lana sintió una fuerte frustración, su timidez no la dejaba enfrentarse al profesor, ahora tendría que pasar la tarde en el aula de castigados, su abuela se preocuparía, era una mierda, pero ella no podía ni siquiera parpadear, los nervios la estaban matando.

La hora pasó rápida, Lana estaba indignada, recogió sus cosas y se dirigió al aula de castigados, genial, no había nadie ni quiera el profesor, ahora tendría que esperar. Lana buscó asiento al final de la clase y se puso
a ojear el libro de Biología. El cuerpo humano. Pasó de página, finalmente cerró el libro, totalmente aburrida, sin nada que hacer, sin ningún profesor que la vigilase, no se atrevía a salir de la clase por si aparecía  alguien y le decía Pero como un angel, ella apareció. Savannah. Entró por la puerta un poco tímida, miro a su alrededor hasta que dio con la chica.

- El señor Goodwin ha tenido que irse, al parecer su mujer ha tenido un problema con las cañerías de la casa. Parece que estamos solas.- Dijo Savannah, con su voz dulce, maternal, tierna.

Lana se limitó a sonreír, era lo único que su cuerpo le permitía hacer ahora, su corazón palpitaba fuertemente,parecía que se le iba a salir del pecho, sentía las manos sudorosas, y la cara muy caliente, debía de estar roja, que vergüenza. Savannah se sentó en la mesa del profesor, sacó unos examenes, se cruzó de piernas y se puso a corregirlos.
Lana se rió interiormente, a veces se había imaginado que ella y Savannah tenía algo, pero en realidad Savannah parecía una mujer de lo más normal con las preocupaciones de su edad, una profesora cualquiera. Sin embargo, el detalle que le impresionó es que no llevaba sortija de compromiso.
Lana parecía haberse calmado un poco, decidió sacar su telefono movil, con cuidado de que no lo viese Savannah, pero se percató enseguida, se notaba que llevaba algunos años quitando móviles.

-Oye, no se permiten móviles en clase, dámelo.

Lana se levantó de su sitio, arrastrando la silla, se acercó temblorosa a la mesa de la profesora y le tendió su mano con el móvil, la pequeña mano de Savannah, blanca, con una perfecta manicura francesa, se acercó a la de la chica y le arrebató el móvil de la mano, sus manos se rozaron y el cuerpo de Lana tembló por completo. Volvió a su sitio y escondió la cabeza entre los brazos como hacía siempre, se sentía avergonzada de ella misma, y también triste por lo poder hablar con Savannah , tener una conversación como las personas normales, e incluso ganarse su ternura, su compasión.
Terminó su castigo, cogió sus cosas y se fue sin despedirse, lo que era normal en ella.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Capítulo 01: No fear, I'm here.

20 de Noviembre
18:00


El agua comenzó a salir hirviendo del grifo. Lana se estremeció y puso un dedo bajo el agua, quemaba muchísimo. Apartó el dedo y se metió en la bañera lentamente, primero metió el dedo pulgar del pie y después la pierna entera, hasta estar sentada en el suelo de la bañera. Su cuerpo enrojeció al instante, el agua la abrasaba , tendría quemaduras al día siguiente, pero curiosamente, no le importaba. La radio que se encontraba a apenas un metro de distancia , encima del baúl de la ropa sucia ,comenzó a sonar, pero ella no había presionado el botón. Su corazón se encogió, en un rápido movimiento salió de la bañera y se colocó el albornoz. Con cuidado desenchufó el cable de la radio y salió disparada del baño, bajó la escaleras hasta el salón , en busca de su abuela pero estaba sola en casa, su cuerpo rojizo, quemado, sus pulmones hiper ventilando, su corazón latiendo a mil por hora. Se podían apreciar tímidas lágrimas a punto de caer de sus enormes ojos color avellana. Su pelo negro larguísimo, precioso, despeinado, mojado. Estaba asustada, era raro, porque lo que pasó aquella tarde ya había pasado antes. Alguien trataba de atormentarla. Quizás fuese su madre, porque estaba loca, loca de remate, y acabó muerta.El pomo de la puerta de entrada comenzó a girar lentamente, el corazón de la chica se encogió de nuevo. Su abuela. Lisa apareció por la puerta con algunas bolsas colgando de sus brazos, enseguida se percató de que su nieta estaba mojada, tiritando en el sofá, tan asustada como algunas veces se la había encontrado en medio de la noche, llorando, las pesadillas juegan malas pasadas, pero peores aún las juegan los recuerdos.

-¡Lana! - Gritó la mujer, tiró las bolsas al suelo y corrió hacia su nieta.- Tranquila , estoy aquí, no temas.

Lana rompió a llorar, como si un abrazo de su abuela fuese lo único que necesitase en ese momento, cariño, amor, algo que nunca había conseguido de nadie.

-Abuela...

Lisa tapó la boca de su nieta con su mano arrugada y la abrazó fuerte,Lana sollozaba, suspiraba, Lisa la meció como a un bebé, y se durmió profundamente.

Lisa sabía que Lana era una chica especial, no tenía muchos amigos, no era muy sociable, ni siquiera le gustaba salir de casa a veces, pero la quería, la quería y siempre la ayudaría con todos sus problemas,fuesen cuales fueses, tuviesen o no una solución fácil o difícil, siempre estaría allí para ella.

05:00

Lana despertó en la oscuridad de la noche, estaba tumbada en su cama, su abuela la habría llevado hasta allí y le había puesto mantas para que no sintiese frío, ya que seguía con el albornoz puesto. Se levantó de la cama y caminó con sus pies descalzos por el frío mármol, hasta llegar a la cómoda. Sacó un pantalón de pijama y una camiseta y se los puso,a  continuación volvió a la cama. Se sentó el filo, con la mirada fija en un punto exacto del suelo. Suspiró. Se estaba volviendo una maniática. (¿Qué haces Lana? Tu antes eras distinta, antes de todo lo de mamá)Pensaba y pensaba, hasta llorar, así cada noche, siempre se recordaba a sí misma donde estaba y por qué.

07:00

Sonó el despertador. Hora de levantarse e ir a clase. La abuela Lisa ya estaba preparando el desayuno, esos huevos fritos olían por toda la casa. Lana se recogió el pelo con una coleta, se puso una sudadera y unos pantalones negros. Siempre vestía de oscuro y la llamaban 'gótica' por alguna razón, pero ella no se consideraba así, ella no se consideraba de ninguna forma, solo era una persona.

-¡Lana llegarás tarde!- Grito Lisa desde la cocina.

Lana bajó a toda prisa y engullió el desayuno, acto seguido cogió su scooter y se dirigió al instituto. Las calles de Londres estaban húmedas, vacías, llenas de hojas en el suelo e incluso copos de nieve, había niños que se dirigían a la escuela, había chicos de su edad con Scooter, había empresarios que se dirigían al trabajo, el cielo estaba encapotado, gris oscuro, a los ojos de Lana, todos los días eran gris oscuro en Londres.
Tímida llegó al aparcamiento, había un sitio libre entre el majestuoso Mercedez Benz de la profesora de Literatura y una bicicleta del tres al cuarto, con cuidado encajó la moto entre los dos vehículos y se bajó de ella. Casi iba a empezar a llover, el cielo parecía enfadado, un trueno retumbó por toda Londres. Lana se estremeció y entró dentro del edificio. Primera clase: matemáticas.
Lana entró en clase, todos estaban sentados ya en sus pupitres, todas las miradas se dirigieron hacia ella, desde el excéntrico profesor de matemáticas, hasta su mejor amigo Dan o incluso las chicas más populares.
Se excusó con un ''perdón'' por el retraso y se sentó al final de la clase.

-Está bien, después de esta interrupción, ¿podemos seguir con la clase? - El profesor escribió y escribió miles de fórmulas en la pizarra, Lana no entendía nada en absoluto, se dedicó a juguetear con el bolígrafo, hasta que la pillaron. -Señorita Morrison, ¿quiere usted salir aquí a resolver esta ecuación?

Las mejillas de Lana se tornaron rojas, su corazón aceleró. Se levantó de su silla, haciendo más ruido del que le gustaría, y temblorosa se dirigió a la pizarra, tomó la tiza entre sus dedos e intentó hacerlo lo mejor posible.

-Error.- Dijo el profesor con cierta expresión burlesca en la cara.- Vuelva a su sitio señorita Morrison.

Lana corrió hacia su asiento y hundió su cabeza entre sus brazos, era demasiado tímida, insegura, le temía a la sociedad, y era lo suficientemente inteligente para saber lo que le estaba pasando.
El timbre resonó por todo el instituto, había terminado por fin la primera hora.
Lana recogió sus libros de la mesa y se dirigió hasta el gimnasio, ya que tocaba Educación Física, con Susan, una profesora amargada, sin vida, solo sabía amargar a sus alumnos para hacerles comprender lo desdichada que era su pobre vida.
De camino al gimnasio se chocó de frente con Savannah, la profesora de Literatura, era un encanto de chica, nada que ver con Susan, tendría treinta y pocos, el pelo corto negro y los ojos enormes color agua. Tenía una sonrisa bonita, era un poco más alta que Lana, tenía un cuerpo perfecto, con las curvas necesarias, un bonito talle al fin y al cabo. Era dulce y cariñosa como una madre, pero estricta como una profesora, lo que era su obligación.
Los libros que Lana llevaba en las manos cayeron al suelo, la chica enrojeció y se agachó, acto seguido, Savannah también se agachó y se disculpó.

-Ha sido mi culpa, Lana, deja que los recoja yo.- Dijo la profesora.

-No, yo iba despistada no se preocupe.

Con una cordial sonrisa se despidieron, y Lana se sumergió otra vez en su mundo, hasta chocarse de frente con su mejor amigo Dan. Dan era un chico raro, altísimo, fuerte, de ojos grises y pelo rubio largo, se dejaba barba de tres días, era su estilo, apenas acababa de cumplir diecisiete pero ya había estado metido en muchos líos. Tenía el cuerpo lleno de tatuajes y piercings, además de cicatrices por caídas de su moto, ya que competía en carreras.

-Eh Lana.- Dijo Dan sonriente.- Has llegado tarde a matemáticas tía, te estás volviendo rebelde.

-Cállate idiota, ¿sabes dónde he aparcado? Justo al lado de tu profesora favorita.

-¿Savannah? Jó tía, hoy me voy contigo en la Scooter, ¿te hace?

Dan río a carcajadas, dejando ver sus dientes empastados.

-Eh, hablando de otros temas, el viernes hay una fiesta en el bosque, van a ir mogollón de personas, me gustaría que estuvieses ya sabes, es una macro-fiesta.- Dijo Dan mirándola a los ojos.

-Ya... pues no lo sé, me lo pensaré, ¿vale?

Entraron a clase. Abdominales, pesas, y demás tonterías que no les servirían de nada en la vida real, absolutamente de nada. Pero era una agsinatura obligatoria y tenían que asistir si querían graduarse y dejar atrás esa vida conflictiva que tenían la mayoría de los adolescentes londinenses.
Por fin la hora de la salida, como dijo anteriormente, Dan se prestó para acompañar a Lana en Scooter y así echarle un vistazo al cochazo de Savannah.

-Vaya coche, joder.- Dijo Dan impresionado, mirando por dentro de los cristales, tintados, anotando mentalmente la matrícula.- Pero vaya la tía que lo conduce.

-Estás loco, tío, es una profesora..

Dan rió a carcajadas de nuevo. El cielo estaba igual de encapotado que por la mañana, la pequeña moto se tambaleaba por la calzada, por dos motivos, el peso de dos personas y sobre todo lo resbaladizo que estaba el suelo después de la lluvia caída durante toda la semana. Dan se bajó de la moto, entre carcajadas como siempre y siguió su camino a pie, con miedo de tumbar la moto de su amiga o algo así. Lana continuó su trayecto hasta Candem Town, la calle estaba un poco más animada que por la mañana, pero seguía teniendo ese sentimiento triste londinense, por no poder ver el sol apenas unos días al año. Lana tomó la curva y se topó con la pequeña casita de su abuela, Lisa como cada día, la esperaba en la puerta con una sonrisa. Lana bajó de la moto y abrazó a su abuela.

-¿Cómo ha ido el día, Lana?

-Bien, llegué un poco tarde, pero ya está, oye abuela , ¿puedo ir con Dan a una fiesta el Viernes?

-Ya veremos, Lana, ya veremos.

18:00

Lana se sentó en la silla de su escritorio y sacó un pequeño librito de su cajón, su diario. El bolígrafo se deslizaba por el papel con facilidad, escribiendo todo lo que sentía, sus sentimientos más profundos estaban en aquel librito,curiosamente, desde hacía unos días se notaba extraña, extraña con respecto a una persona, Savannah, esa chica le llamaba la atención fuertemente, la atraía magnécticamente, pero ella no sabía porque, era algo parecido con lo que le había pasado con su padrastro años anteriores, también la atraía, pero ella no podía entenderlo todavía. O sí.
Lana dejó el bolígrafo y el diario sobre el escritorio y se tumbó en su cama, estaba diluviando fuera, se preguntaba que estaría haciendo ahora Dan, probablemente fumar como siempre, o quedar con alguna chica para ir al cine, o quizás estaba tumbado en su cama pensando en Lana, ¿quién sabe? Dan era un misterio sin resolver, un chico raro, de esos que es difícil entender, con pocos amigos, igual que ella, Dan era su mitad, eran iguales, raros, especiales, tímidos, arriesgados, locos, como se llamase, eran mejores amigos sin duda alguna. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, extraño, pensar en Dan la había entristecido, o ¿había sido otra cosa? Fuera lo que fuese ahora iba a tener que secar unas lágrimas sin sentido y preguntarse el por qué de ese llanto, cuando se suponía que la tormenta ya había pasado, y su vida ahora era estable y supuestamente ''feliz''.